martes, septiembre 05, 2006

Madre ecuatoriana rompe su silencio para denunciar violencia doméstica



Los coyotes secuestraron y violaron su hijo






“Una noche soñé con Jesús. Yo estaba de rodillas rezándole para que mis hijos vengan bien en el camino. Cuando yo alcé la cabeza para ver a Jesús, había lágrimas en el rostro de Jesús”.




Por Evan Lewis

(Especial para The Immigrant Times)


Nueva York.-Una madre Ecuatoriana que padeció el secuestro y la violación de su hijo a manos de una red internacional de coyotes, guardó hasta hoy un secreto que la devoraba por dentro, porque en primer lugar estaba el bienestar de su familia, y después su felicidad, al lado de un hombre celoso que “nunca ha dejado de maltratarme”.

Los tormentos de Julia Maya comenzaron en Ecuador después de quedar embarazada de su primera hija, cuando apenas tenía 15 años de edad.

Julia nos narra que desde esa época ha vivido con un hombre que no ama, que la cela hasta con su sombra, y que la ha golpeado y maltratado enfrente de sus hijos. “El me ha golpeado siempre. Desde que yo me hice pareja de él”, resaltó.

En las mismas oficinas de The Immigrant Times, donde hace varios meses denunció que su hijo había sido secuestrado y violado durante su cautiverio a manos de los coyotes, esta inmigrante abrió su corazón para buscar consuelo, debido a que los maltratos de que es víctima a manos de su esposo empeoraron, según dice, por lo que se vio obligada a llamar a la policía para que la protegiera.

El hombre fue arrestado y ahora debe cumplir con una orden de protección que no le permite acercarse a su esposa y sus hijos.

Luego del último incidente Julia dice que “El me esta chantajeando, diciéndome que no va a pagar la renta de la casa. Yo como quiera voy a vivir hacia adelante porque gracias tengo a mi niño y mi hija”.

Julia gestiona un permiso para convertirse en vendedora ambulante, con el propósito de no depender de su esposo abusador y seguir hacia delante con la crianza y educación de sus dos hijos.


Nadie la escucho


“A mi mamacita le pedí mil veces. Mamacita no, no quiero casarme con él. Aunque yo tenga mi niña o mi niño, no me quiero ir con él porque no lo quiero”, relató llorando Julia.

“Mi mami me dijo, ‘tú te fuiste con él, pues con él cásate, y vive con él, pero yo no quiero tomar cargo de voz, porque tú ya no eres mi hija. Tú para mi moriste, terminaste’.

Y yo me casé con el papá de la niña. Yo pensé que con el tiempo lo iba a querer. Pero en vez de quererlo, vivía como una obligación. Como algo que es sagrado de la Iglesia. Que no debo fallar”, afirmó Julia secándose las lágrimas.

“Entonces mi papá tampoco quería aceptar a mi marido. Y con la barriga me pagaban, mi papá y mi mamá. Sí, me pegaban, incluso mi mamacita me decía que yo no era hija de ella. Pasé momento bien difíciles que yo no sabía qué hacer”.

Haciendo una mueca de dolor Julia confiesa que “mi papá era un hombre malo, golpeaba a mi mamá, me golpeaba. No había nada en mi casa. Era bien malo, malo, malo”.

Sobre su esposo dijo que “él me falló muchas veces- llora-. El me falló muchas veces. Yo trabajaba –llora-, yo trabajaba mucho. Vendía pescado frito, y al mismo tiempo iba a coser, a bordar las polleras, a bordar las blusas, amanecía trabajando”.

Su esposo llegaba a pedirle dinero, algo de comer y se iba con la ropa limpia que Julia le planchaba.

Para colmo, antes de que su esposo irse a Estados Unidos, una mujer se acercó a Julia para reclamarle que ella era la novia de él y que estaba embarazada. “Todo mi dinero se lo daba a ella”, señaló Julia.

“El me pegaba. Incluso una vez él me estada pegando. Mi hija tenía cinco años. Yo venía de un pueblo, de una venta. El me encerró adentro y me pegó. Me gritaba que ¿por que no has lavado ni has cocinado?, y yo estoy queriendo comer. Me dejó sin conocimiento, me tumbó al suelo: Me pegó con el puño”, relató.


Jesús lloraba



El secuestro del menor fue noticia de dos portadas en el Immigrant Times y objeto de reportajes en una de las principales cadenas de televisión hispana y no era para menos.

Esta familia había sido víctima de un crimen horrendo. Su hijo fue secuestrado, violado, y los coyotes de una red internacional de traficantes de humanos con sede en Perú, sumaron otro crimen, la extorsión.

Al cabo de varios meses tuvieron que enviarles a los coyotes alrededor de 30 mil dólares hasta que no pudieron más y acudieron a pedir ayuda a la Federación Americana del Inmigrante.

La AIF informó de la situación al Comisionado de Inmigración de Nueva York, Guillermo Linares, quien a su vez contactó al Departamento de Seguridad Nacional, para iniciarse un proceso que resultó en el éxitoso rescate del menor por parte de agentes federales enviados a la Republica Dominicana, donde el niño era mantenido escondido.

Los hijos de Julia Maya estuvieron primero 4 meses en manos de los coyotes en Perú, hasta que estos decidieron enviarle a su hija, y quedarse con el menor de ellos.

Esos fueron momentos terribles para su familia. Julia recuerda que “una noche soñé con Jesús. Yo estaba de rodillas rezándole para que mis hijos vengan bien en el camino. Cuando yo alcé la cabeza para ver a Jesús, él me había estado tocado así, en la cabeza. Y yo alcé la cara para ver, y había lágrimas en el rostro de Jesús”.

Julia no quería olvidar lo que Jesús le había dicho en ese sueño. “Me decía, ‘no me voy a olvidar de lo que me dijo’, y repetía mil veces no me voy a olvidar de ese sueño. Sufrí en ese sueño porque no quería olvidar las palabras que él me dijo. Nadie me va creer lo que yo soñé. Nadie me va a creer”, indicó.

Julia se lamenta porque al despertar jamás pudo recordar las palabras de Jesús.

“Pero yo ya había dicho que algo me va a pasar aquí. Yo rezaba y pedía que nada malo pase. Y le pedía que me ayude, ayúdame”.

Finalmente sus plegarias fueron escuchadas. Ahora está en compañía de sus dos hijos, aunque todavía no ha despertado de la pesadilla de ser víctima de la violencia doméstica.

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